17 de Octubre de 2006
Uno más y no jodemos más (Olé)
Enloquecidos como nunca, insaciables, los hinchas de Estudiantes apelaron a este hit después del 4-0. Y lo siguieron cantando, y lo siguieron cantando, y lo siguieron cantando. Caldera y compañía, claro, no los dejaron en banda. Y fue un orgasmo único.
SIETE agradecimientos para un día inolvidable (con números romanos, como se reconocen las gestas históricas).I) A Verón, el hijo pródigo. No es casualidad que esta goleada única se haya logrado de su mano. En su primer clásico, la Brujita contagió al plantel, impuso su pasión de hincha y, en el 4-0, pidió ir por más. Fue al frente como jugador y como emblema. Tan influyente es que sólo faltó en una de las SIETE victorias que suma el equipo.II) Al Tanque; y Caldera, que en su rol de padre opacó el Día de la Madre. La dupla jugó el partido perfecto. Si se les abrió el arco, como parece, cuidado con Estudiantes. Y vale también el reconocimiento para Galván, desde ayer libre de pecados por todo lo que falló antes. El Cholo lo había dicho: sus goles iban a ser claves. Y los dos que hizo sellaron el clásico. Con el primero lo abrió y con el cuarto lo liquidó. Entre los tres, anote, no hicieron SIETE, sino ocho de los últimos diez goles del equipo en el torneo.III) A los hinchas-jugadores: Alayes, Verón, Calderón, Lugüercio (cómo gritó su gol, herencia de Inferiores). Y los que juegan como tales: Alvarez, Braña y Pavone. SIETE piezas que pusieron fútbol, sentimiento y corazón.IV) A los héroes silenciosos. el Tano Ortiz, Sosita (en cada partido va dejando atrás el diminutivo) y Andújar. Desde que se metió en el equipo, le devolvió la tranquilidad al arco. ¿Cuánto vale tener guantes seguros? Con Herrera era SIETE a uno, con él van 322 minutos sin goles. Que no se corte, Mariano.V) A Simeone. Porque piloteó la tormenta tras el partido SIETE (0-1 con Central) de su ciclo, porque está acertando en los cambios, porque bancó a jugadores cuestionados, porque armó un equipo sólido (es la valla menos vencida del campeonato) y porque la Chololeta ya tiene su sello.VI) A la dignidad y seriedad con la que jugó el equipo. Goleó a su rival desde el primer minuto. De entrada, mano a mano, fue paliza; 11 contra 10 fue paliza; y 11 contra 9 fue paliza. Pero jamás se burló, a pesar de que el marco invitaba. No tocó la pelota a los costados sin sentido, fue siempre al frente. Marcó SIETE goles y quiso hacer más, un gesto que en esta clase de partidos se debe respetar.VII) A la gente, por su fiesta en la cancha y en la calle SIETE. A guardar esa entrada por los siglos de los siglos. Esta tapa de Olé. Y el video del partido (uno más), que se suma a la colección de proezas. Porque lo que hoy se disfruta, con el tiempo tendrá su verdadero valor. ¿O acaso después de un título no se sueña con una goleada así? Tanto se le insistió a Estudiantes con ser local en el estadio Ciudad de La Plata que, en el debut, había que quedar en la historia... Qué te parece.

SIETE agradecimientos para un día inolvidable (con números romanos, como se reconocen las gestas históricas).I) A Verón, el hijo pródigo. No es casualidad que esta goleada única se haya logrado de su mano. En su primer clásico, la Brujita contagió al plantel, impuso su pasión de hincha y, en el 4-0, pidió ir por más. Fue al frente como jugador y como emblema. Tan influyente es que sólo faltó en una de las SIETE victorias que suma el equipo.II) Al Tanque; y Caldera, que en su rol de padre opacó el Día de la Madre. La dupla jugó el partido perfecto. Si se les abrió el arco, como parece, cuidado con Estudiantes. Y vale también el reconocimiento para Galván, desde ayer libre de pecados por todo lo que falló antes. El Cholo lo había dicho: sus goles iban a ser claves. Y los dos que hizo sellaron el clásico. Con el primero lo abrió y con el cuarto lo liquidó. Entre los tres, anote, no hicieron SIETE, sino ocho de los últimos diez goles del equipo en el torneo.III) A los hinchas-jugadores: Alayes, Verón, Calderón, Lugüercio (cómo gritó su gol, herencia de Inferiores). Y los que juegan como tales: Alvarez, Braña y Pavone. SIETE piezas que pusieron fútbol, sentimiento y corazón.IV) A los héroes silenciosos. el Tano Ortiz, Sosita (en cada partido va dejando atrás el diminutivo) y Andújar. Desde que se metió en el equipo, le devolvió la tranquilidad al arco. ¿Cuánto vale tener guantes seguros? Con Herrera era SIETE a uno, con él van 322 minutos sin goles. Que no se corte, Mariano.V) A Simeone. Porque piloteó la tormenta tras el partido SIETE (0-1 con Central) de su ciclo, porque está acertando en los cambios, porque bancó a jugadores cuestionados, porque armó un equipo sólido (es la valla menos vencida del campeonato) y porque la Chololeta ya tiene su sello.VI) A la dignidad y seriedad con la que jugó el equipo. Goleó a su rival desde el primer minuto. De entrada, mano a mano, fue paliza; 11 contra 10 fue paliza; y 11 contra 9 fue paliza. Pero jamás se burló, a pesar de que el marco invitaba. No tocó la pelota a los costados sin sentido, fue siempre al frente. Marcó SIETE goles y quiso hacer más, un gesto que en esta clase de partidos se debe respetar.VII) A la gente, por su fiesta en la cancha y en la calle SIETE. A guardar esa entrada por los siglos de los siglos. Esta tapa de Olé. Y el video del partido (uno más), que se suma a la colección de proezas. Porque lo que hoy se disfruta, con el tiempo tendrá su verdadero valor. ¿O acaso después de un título no se sueña con una goleada así? Tanto se le insistió a Estudiantes con ser local en el estadio Ciudad de La Plata que, en el debut, había que quedar en la historia... Qué te parece.
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